En que piensas al despertar?
La Práctica:
Apóyate en lo bueno al despertar.
¿Por qué?
Despertar es como la salida del sol. Al principio, es casi todo oscuro, mientras destellos de consciencia iluminan las sombras. Al emerger a la vigilia plena, las nieblas y los velos se disuelven y toda la amplitud de tu mente se hace visible. Hay quietud: una inquietud en el cuerpo, aún soñoliento, sin mucha charla interna. Hay una intimidad contigo mismo, que permanece como el núcleo de tu ser.
Aunque para algunos, especialmente para quienes son vulnerables a la ansiedad o tienen antecedentes de trauma, el primer despertar puede estar saturado de ansiedad. Si esto es así, ten en cuenta que es bastante común, y probablemente se deba en parte a un bajo nivel fisiológico a esta hora del día y quizás también a un aumento de cortisol antes de lo que debería en su ciclo diario.
En cuanto puedas, presta atención a la simple y continua sensación de bienestar de la respiración corporal, manteniendo la atención en los latidos del corazón, sin amenaza inmediata, con otros cerca, las paredes en pie, en casa básicamente bien, respirando sin parar, reconociendo que la ansiedad del momento probablemente tenga poca o ninguna base real, el corazón aún latiendo... y así sucesivamente... abriéndote realmente a la sensación sostenida y encarnada de que todo está bien.
Durante estos primeros minutos, tu mente y tu cerebro son muy receptivos a la influencia. Si, hipotéticamente, una alarma fuerte comenzara a sonar de repente, probablemente te sentirías nervioso durante horas; Por otro lado, si alguien a quien amas de repente comenzara a decirte cuánto le importas, probablemente te sentirías bien durante horas.
Así que, en este delicado y agradable momento de la mañana, ¿por qué no influir tú mismo en tu mente y cerebro?
Hay un dicho tradicional que dice que la mente se forma según aquello en lo que se apoya. Para bien o para mal. En lugar de que se apoye en planificar, preocuparse o estresarse por el día, ¿qué tal si te tomas un tiempo para recibir y abrazar algo más positivo? Esto mejoraría tu día, especialmente si eres propenso, como muchos, a la ansiedad o la melancolía matutina.
Así, a medida que transcurra el día, de vez en cuando, podrías retomar los sentimientos e intenciones que estableciste al despertar, para reponer fuerzas en una breve parada en el camino de la vida.
Esta práctica es muy natural y sencilla: al despertar, descansa tu mente en una o más cosas que te hagan bien.
Por ejemplo, podrías relajarte en tu cuerpo, sintiendo la verdad de que estás bien ahora mismo. O podrías abrirte a la gratitud. O recordar a alguien que te importa, quizás durmiendo a tu lado, y ablandarte con amor.
Podrías ser consciente de un propósito profundo, una aspiración o una luz que te guíe. Entrégate a esta llamada, dejándote llevar.
Otra podría ser buscar refugio en las cosas que te apoyan. Por ejemplo, los refugios clásicos son un maestro, un conjunto de enseñanzas o la comunidad de discípulos; las personas también se refugian en la atención plena, el poder de la razón, la práctica, la luz interior, la conexión o la sensación de algo divino. Tómate un momento para familiarizarte con cada refugio y asimilarlo.
O piensa en nuestras tres necesidades fundamentales, vagamente ligadas a la evolución en tres etapas (simplificando: reptil, mamífero, primate/humano) del cerebro: evitar el daño, buscar recompensas y conectar con los demás.
Cuando experimentamos que estas necesidades están satisfechas, el cerebro regresa de forma natural a su base, su modo de respuesta, en el que el cuerpo se reabastece y se repara, y la mente se encuentra en una sensación básica de paz, felicidad y amor (en términos de nuestras necesidades de evitar, acercarnos y conectar).
Dado que "las neuronas que se activan juntas, se conectan juntas", el tiempo que pasamos en el modo de respuesta fortalece gradualmente sus sustratos neuronales, como profundizar la quilla de un barco para poder navegar por la vida sin que el viento nos derribe. ¿Y qué mejor momento cuando la mente/cerebro es como una esponja, durante los primeros minutos después de despertar?
Estos primeros momentos son preciosos, abiertos a la posibilidad, agraciados por la quietud, sagrados. Son un regalo que los recibamos.
¿Conoces a alguien que pueda encontrar el bien al despertar por primera vez?
