Reducir la ansiedad diara con Mindfulness

24.12.2022

Hoy en día estamos tan agobiados y hay tanto ruido en nuestra vida que es casi imposible no sentir ansiedad de forma regular.

Somos la generación del estrés crónico, del pánico y de la ansiedad. Nos pasamos la vida en autopiloto, vivimos con prisas, completando una tarea tras otra hasta finalmente colapsar en la cama cuando llega la noche. A esa hora, cuando el ruido se reduce, es cuando empezamos a pensar, planear, arrepentirnos de cosas y preocuparnos.

De ahí la ansiedad (una respuesta normal de cuerpo dado el poco tiempo que pasamos en nuestros cuerpos, estando presentes y conectados con el exterior y con nuestras propias emociones).

Hay una forma de salir del habitual estrés y del agobio, pero requiere estar presente y atento, y desarrollar nuevos hábitos que nos ayuden a sanar y a cambiar.

Mientras que apenas tenemos control sobre lo que nos ocurre en la vida, hay ciertas cosas que sí podemos controlar, y es en ello en lo que debemos centrarnos.

Hay diversas acciones físicas que podemos llevar a cabo para manejar nuestro estrés y reducir nuestro cortisol, como reducir la cafeína, el azúcar, y priorizar el sueño de calidad y el ejercicio. Pero esas acciones por sí mismas no son suficientes. También necesitas ocuparte de tu mente. Aquí te damos 4 consejos:

1. Bloquea tiempo para la calma

Para contrarrestar las prisas que caracterizan nuestro modo de vida, debemos apartar tiempo del día para desacelerar y sumergirnos en actividades que nos den momentos para fluir, momentos de espacio, de calma y de paz.

Nuestros días están llenos de ruido y de eventos que requieren nuestra atención constante. Por tanto, debemos buscar tiempo para cosas que, en lugar de drenarnos la energía, nos nutran, nos calmen y nos llenen.

En Aceptación y Mindfulness recomendamos reconectar con la calma a través de actividades como el yoga, el arte, o la naturaleza, prestando atención a los sonidos, los olores y la belleza a tu alrededor. El silencio de estas actividades es relajante y reconfortante.

Crea rutinas y rituales diarios que de forma intencional te hagan desacelerar y llevar tu atención a tu interior. Incorpora dichos momentos a tu rutina de autocuidado. Desconecta del trabajo y date el lujo de la soledad y la quietud.

Planea tiempo a solas todos los días, aunque sean sólo 10 minutos al día. Pasa ese tiempo en tu jardín, en tu balcón o en la cama. Reconecta contigo mismo.

2. Haz las paces con tu mente

Pasamos la mayoría de nuestros días en piloto automático. Por eso, si no prestamos atención a lo que hace nuestra mente y a dónde va, permitimos a nuestros pensamientos habituales dirigir nuestra vida, para bien o para mal.

Si no somos conscientes de esto, este hecho puede afectar a tu vida, a tu autoestima y a tus relaciones.

Por ejemplo, si nunca has aprendido a gestionar el conflicto de forma constructiva, reaccionarás sin pensar ante el dolor (gritando, alejándote, poniéndote a la defensiva), lo cual nos distancia de las otras personas.

Tras reaccionar así, nos sentimos culpables y avergonzados, con lo cual nos ponemos a rumiar sobre conflictos pasados, alimentando nuestra ansiedad y sintiéndonos deprimidos.

Al final hay que darse cuenta de que vivir en un estado de constante preocupación por el pasado y por el futuro es destructivo para nosotros y para los demás.

Vivir en tu mente puede perpetuar tu ansiedad y causar graves daños a tu vida y a las cosas importantes para ti. Es ahí donde el mindfulness puede ayudarte a encontrar paz y vivir de forma diferente.

Con el mindfulness, puedes empezar a observar tus pensamientos y a donde te llevan, ver donde eres autodestructivo y dónde estás yendo en contra de tus valores y metas. Y en lugar de juzgarte duramente por tus debilidades y fallos, el mindfulness te puede ayudar a tomar responsabilidad por tus acciones y tu vida. En definitiva, a saber, que no estás roto, sólo es que no tienes las habilidades (aún).

El Mindfulness es empoderarte: es lo contrario a la ansiedad. En lugar de preocuparte e intentar desesperadamente controlar tu entorno, nos enseña a abrirnos, a desacelerar, y observar lo que ocurre dentro y fuera de nosotros.

Esta conciencia profunda de ti mismo permite experimentar el mundo en toda su plenitud. Poco a poco, aprendemos a experimentar los pequeños placeres de la vida, permitiendo que las preocupaciones crónicas y las distracciones dejen de controlar nuestra vida.

Así es como podemos superar la ansiedad, desarrollando la libertad de pensar y actuar de forma diferente, construir nuevos hábitos, gestionar emociones difíciles, superar nuestras luchas, y aprender a fluir con la vida.

3. Reconecta contigo

Sentirnos perdidos en un gran mar de tareas y obligaciones alimenta la ansiedad. Siempre en marcha, siempre con cosas que hacer, nunca frenamos lo suficiente como para estar presentes con lo que sentimos, con lo que queremos o lo que necesitamos.

Especialmente si eres mujer, has sido criada para cuidar de los demás y anticiparte a sus necesidades, por eso es mucho más fácil perder contacto con tus propios deseos y tu identidad.

Cambiar y pasar de ser una persona ansiosa a ser una persona calmada puede ser difícil, especialmente si no tenemos una identidad fuerte. Por eso es importante que reconectemos con nuestra esencia, ya sea escribiendo un diario, meditando, jugado, pasando tiempo sola o yendo a terapia. Otra opción es tomarte un descanso y hacer tiempo para hacer actividades que ames: leer, bailar, dibujar, o tomar un baño de burbujas.

Escribir un diario, por ejemplo, permite construir una relación íntima con nosotros mismos, y conectar con nuestro mundo interno de forma honesta.

A través del diario, podemos reconectar con nuestra fuerza interior y valentía para superar nuestros obstáculos, fortalecer nuestra capacidad de recuperación y recuperar nuestro poder sobre cómo experimentamos y respondemos a la vida.

Por ejemplo, las veces que cometes errores, puedes ofrecerte compasión y amabilidad, en lugar de reprimir tu dolor. Puedes escribir en el diario cosas que te molestan o confunden en lugar de rumiar sobre ello durante horas.

Esto era como ser un padre independiente y se trataba de crianza y amor, algo que sentía que faltaba en mi propia infancia. Y me dio la fuerza y ​​la motivación para mostrarme cuando las cosas se pusieron difíciles. Me dio poder para seguir adelante y mejoró mi capacidad para realizar cambios duraderos en las áreas que más me importaban.

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Las anteriores estrategias pueden parecer simples, pero cuando empiezas a juntar estos pequeños hábitos, el cuerpo y la mente responden.

Combinados, esos hábitos pueden reducir en gran medida tu estrés y ansiedad diarios, aunque requiere práctica. La ansiedad requiere que tengamos paciencia, que vayamos despacio y aceptemos las situaciones. Necesitamos confiar en nosotros mismos sabiendo que estamos aumentando nuestras capacidades y haciendo todo lo que está en nuestra mano en ese momento, y que cuando estemos listos para hacer más, profundizaremos más.

Ya sea que la ansiedad sea algo que hayas desarrollado en los últimos años o hayas vivido con ella toda tu vida, estas cuatro prácticas pueden tener un efecto calmante en tu cuerpo y mente, y pueden cambiarlo de un estado perpetuo de estrés y ansiedad a un estado mucho más pacífico y feliz.