Tres síndromes laborales y mindfulness

16.12.2022

El Síndrome de Burn-out

También conocido como síndrome de desgaste profesional, de desgaste ocupacional, de quemado en el trabajo o de cabeza quemada, es producido cuando estamos sometidos a la presencia de una respuesta prolongada al estrés en el organismo ante factores estresantes emocionales e interpersonales que se presentan de manera sostenida en el entorno laboral.

Se manifiesta con más asiduidad en profesionales de los que se espera un desempeño siempre satisfactorio, muy comprometidos con su trabajo y con altas expectativas respecto a las metas que se proponen. A esta tipología responden el personal sanitario (nutricionistas, médicos, enfermeras/os, psicólogas/os, psiquiatras, terapeutas ocupacionales), personal de asistencia social (trabajadores sociales, terapeutas familiares, cuidadores y asistentes sociales y de ayuda a dependencia, consejeros matrimoniales), personal docente, fuerzas y cuerpos de seguridad e, incluso, deportistas de élite.

Sus síntomas más frecuentes son:

  • Negación de lo ocurrido, ineficacia.
  • Síntomas psicosomáticos: cefaleas, molestias gastrointestinales, insomnio, fatiga crónica, entre otros
  • Síntomas conductuales: Problemas relacionales, absentismo laboral, entre otros.
  • Síntomas emocionales: distanciamiento afectivo, ansiedad y disminución del rendimiento laboral.
  • Síntomas defensivos: Negación de los síntomas anteriores y desplazamiento de los sentimientos hacia otros ámbitos

El Síndrome del superviviente

La interrupción de la normalidad en la vida laboral debido al "downsizing" (reducción de plantilla) causa que los empleados tengan que adaptarse a una nueva situación que puede tener un efecto negativo en el bienestar también de los que mantienen su puesto de trabajo.

Este fenómeno, estudiado por primera vez por Noer , es conocido como el "Síndrome del superviviente". Se caracteriza por niveles altos de ansiedad y estrés, falta de motivación y compromiso afectivo hacia la organización, percepción subjetiva de un aumento excesivo de la carga de trabajo, insatisfacción generalizada, desconfianza hacia la empresa y sensación de incertidumbre e inseguridad laboral

Lo cierto es que, ante la imposibilidad de cambiar el panorama económico o político de un país en tiempos de recesión, las empresas no están al margen de la crisis económica y por ello los despidos se convierten en algo frecuente dentro de las compañías. El superviviente laboral en época de crisis soporta la presión añadida de tener que trabajar a menudo más horas para hacer las tareas de los compañeros que ya no están. Esta presión añadida y el miedo a poder ser despedido en cualquier momento puede causar irritabilidad, dificultad de concentración y, en algunos casos, ataques de ansiedad.

Síndrome de Estocolmo en la Empresa

El Síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro, violación o retención en contra de su voluntad desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con quien la ha dañado física y/o psicológicamente. Principalmente se debe a que se malinterpreta la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte del secuestrador.

Se relaciona con la conducta de apego, identificación e incluso vinculación psico-emocional del individuo o del grupo a empresas cuyas condiciones de trabajo y/o estilos gerenciales son hostiles, inadecuadas e incluso reprochables. Este síndrome se diferencia del clínico porque "la víctima" no ha sido forzada o sometida a cautiverio por un tercero, entre otras expresiones asociadas a éste, por el contrario ha ingresado por su entera voluntad y se mantiene atada a ese escenario ya sea porque es incapaz de concebir su vida sin las presiones, maltratos y limitaciones que encuentra en él o bien porque es absorbida por una cantidad de razones, a veces inverosímiles, que le impide deshacerse del mismo, independientemente de que en ambos casos observan ventajas dentro del escenario que coinciden con sus expectativas. Existen colaboradores que se han identificado emocionalmente con empresas que ofrecen condiciones inadecuadas de trabajo, maltrato psicológico (e incluso físico) y situaciones de estrés producto de una presión innecesaria que, estando prácticamente en un cautiverio voluntario, prefieren mantener ese estado de angustia y opresión que abandonar el escenario que la causa.

Este fenómeno, más común de lo que parece, se observa en personas de todo tipo, nivel de educación, diferentes edades y niveles de maduración. Por lo general está asociado a baja autoestima, pero su característica más extraordinaria es la identificación con un estilo gerencial que pone en riesgo su salud física, mental y emocional.

En tiempos de crisis los que mantienen el puesto de trabajo aumentan 5 veces la probabilidad de padecer enfermedades cardiovasculares entre otros trastornos, pueden producirse más accidentes, lesiones e incluso muertes en el trabajo o llevar al trabajador a cometer suicidio.

¿Mindfulness puede ayudar?

Evidentemente, la lucha contra estos síndromes parte, fundamentalmente, de una adecuada gestión de los recursos, tanto humanos como materiales, así como del mantenimiento adecuada de las expectativas creadas y de una calidad básica de liderazgo. Estas circunstancias, junto a una clara ética empresarial, deben radicarse en cada una de las empresas y organizaciones. Si una vez cumplidos estos requisitos mínimos de condiciones saludables, física y mentalmente, persiste en determinadas personas o colectivos en la empresa una sensación extrema de estrés, entonces Mindfulness puede ayudar.

En años recientes, investigadores psicosociales han comenzado a explorar los beneficios del Mindfulness en el lugar de trabajo, descubriendo que la atención plena puede mejorar las relaciones sociales, la capacidad de recuperación y la calidad del desempeño, así como el compromiso con la tarea y su disfrute.

Formación y práctica de Mindfulness en la empresa

Hasta hace poco, la capacitación en Mindfulness en la empresa consistía, principalmente, en programas MBSR ligeramente personalizados. En la última década, sin embargo, el trabajo de formación en las organizaciones referido a Mindfulness ha surgido como un campo especializado. Así, el formato y contenido de los programas de mindfulness en la empresa ha sido adaptado, del modelo MBSR, para adaptarse mejor a la realidad del individuo en su lugar de trabajo.

Por ejemplo, los cursos se han diseñado para que los empleados puedan acudir sin una pérdida excesiva de la jornada laboral. Las sesiones son, generalmente, más cortas que en el programa MBSR estándar de 2.5 horas, quedando, normalmente, en 60 - 90 minutos. Del mismo modo, la práctica diaria recomendada desciende de los 45 minutos diarios a los 10 minutos y hay una amplia gama en la duración de los cursos, que van desde las 4 a las 12 semanas. También existe la opción de ofrecer a los empleados la alternativa de formación a través de un retiro de varios días, que además es más adecuado para facilitar la asistencia de ejecutivos y alta dirección.

La investigación inicial sugiere que tanto los programas abreviados como los programas más largos y los retiros están asociados con beneficios positivos relacionados con el trabajo. Especialmente los relativos a la mejora en la gestión del estrés, una mejor relación en la comunicación interpersonal y en el trabajo en equipo.